921, solo tres cifras pero que llevaban un significado oculto.
Se trataba del mensaje que me había pasado el grupo especial de Leganés y con el que tenía que averiguar los principales datos para mi próxima misión.
921, algo muy importante se escondía detrás de esos dígitos, y yo lo iba a descubrir con la ayuda de mis conocimientos de numerología que adquirí en el intensivo que hice en "
Home Cábala".
En mensajes anteriores ya me habían informado del lugar y el día, por lo que sabía que al día siguiente, 14 de Junio, tenía que estar en Leganés, en el polideportivo que estaba por la zona de El Carrascal, pero me faltaban más datos que sin duda estarían en este último mensaje.
Al multiplicar sucesivamente las 3 cifras hasta llegar a un número de un solo dígito me salió el 8, la hora a la que debía estar en el lugar de encuentro.
El 9 inicial indicaba la hora a la que daría comienzo la operación y el 21 siguiente se refería a que la persecución duraría 21 kilómetros durante los cuales "los malos" intentarían hacer su entrega.
Sumando los 3 dígitos, y nuevamente reduciéndolo mediante sumas sucesivas a un solo dígito me daba 3 que era el número inicial de personas que tendría que vigilar, sin embargo el 21 final del número decía que de las 3, dos de ellas irían juntas y la otra se quedaría sola.
Además el 9 inicial reflejaba también el número de personas (contando malos y buenos) que tendrían un papel, llamemosle estelar, en todo este operativo:
- los 3 con los que me iba a encontrar
- otros 2 que apoyarían posteriormente a la que inicialmente quedó sola
- otros 2 que se unirían durante parte del recorrido
- un compañero del grupo de Leganés que vigilaría desde una glorieta y yo mismo.
A las 8 llegué convenientemente disfrazado para pasar lo más desapercibido posible. El despliegue de medios del que hacía gala la banda era inmenso, cerca de mil personas uniformadas se concentraban en la zona haciendo más complicada la identificación de los cabecillas.
Al llegar allí ví que algunos capos entregaban un salvoconducto, por lo que me dirigí allí y tras dar mi número clave conseguí mi pasaporte junto a un emisor de señales que debía llevar conmigo en todo momento mientras durara la operación. No le dí ninguna importancia porque no me importaba que me pudieran localizar ya que el objetivo era mantener vigilados a los cabecillas. Tras recogerlo me entregaron también una camiseta que debía ponerme al dar por finalizada la operación, y aunque no me dijeron el motivo supuse inmediatamente que la idea era dificultar la localización de sus líderes en el caso que al final se hiciera la redada.
Un rato después me ví cara a cara con los 3 personajes que debía seguir, se trataba de dos hombres y una mujer que en cierto modo también me reconocieron y acabaron por aceptar el peligroso juego al que todos ibamos a jugar.
Tras contactar con ellos me dí cuenta que quien dirigía todo era Ana, la chica que no participaría directamente en la operación de los 21 kilómetros manteniendose en la sombra con su mochila, que en realidad era un dispositivo de avanzada tecnología con el que coordinaría todo el operativo.
Aunque estaba claro que el cerebro era ella me dí cuenta que si algo ocurría sería alrededor de los otros dos hombres, Rafa, el que llevaba la voz cantante y Dani, mucho más callado y reservado y posiblemente mucho más peligroso.
A las 9 comenzó la operación y ví como la pareja se ponía a trotar al final del grupo de 1000 sicarios que les precedían, por lo que me puse a correr junto a ellos con la intención de no perderles de vista en ningún momento.
Desde el principio me dí cuenta que el papel de Rafa era básicamente el de distración, no hacía más que hablar, con Dani, conmigo, con otros miembros de la banda ya estuvieran corriendo o apartados al lado de la calle, intentando en todo momento distraer mi atención y poder completar la entrega delante de mis narices.
Sin embargo yo me mantuve firme en todo momento, incluso cuando se unieron al grupo otros dos compañeros suyos, que obviamente disimulaban no conocerse pero que se establecía inmediatamente una complicidad que les delataba como algo más que simples extraños.
De esa manera fuimos recorriendo los kilómetros de la operación, dando vueltas y más vueltas cuya única finalidad, deduje, era marearme y hacerme perder la lucidez necesaria para controlarles.
Por supuesto iba registrando en la banda-grabadora que llevaba oculta en mi pecho (disimulada en la banda de un pulsómetro), todo lo que iban diciendo o cantando (como cuando Rafa y otro de los matones se pusieron a cantar un tema de Serrat) pues era muy posible que hubiera algún mensaje oculto que nos diera pistas para detenerles o cuanto menos para truncar sus actos delictivos.
El comportamiento de ellos era claramente muy profesional, y únicamente Rafa perdió los papeles cuando no pudo evitar adelantarse para rendir adoración a sus jefes, postrándose a los pies de Ana y sus dos cuñados que vigilaban todo desde una acera. Yo tomé cuidadosamente nota de la situación, pues esa muestra de sometimiento identificaba por fin a la cúpula de la banda.
Hacia el kilómetro 16 pasamos junto a Quique, mi contacto con el grupo de Leganés, y tal como habiamos pactado le grité una consigna para informarle de como iban las cosas "órdago a pares y juego". Posteriormente cuando le volví a ver al final, me indicó que esa información les había resultado muy valiosa y que estaba seguro que gracias a eso en el futuro obtendrían un gran éxito en la lucha contra esta banda del crimen.
Entre el kilómetro 18 y 19 conseguí uno de los principales objetivos de nuestra contra-operación, Dani dio un trago de la botella con bebida isotónica que le pasé por lo que además del líquido tragó sin darse cuenta unos chips especiales que nos servirían no solo para localizar en cada momento donde se encontraba sino, lo más importante, para analizar su comida y el estado de su aparato digestivo, lo que sin duda nos proporcionaría unos datos importantísimos para el éxito futuro en nuestra lucha contra estos criminales.
Hacia el kilómetro 19, más o menos, Dani empezó a montar un número, tan desesperados estaban con mi presencia que decidieron fingir agotamiento para parar un momento. Yo estaba convencido que intentarían aprovechar ese momento para completar la entrega por lo que hice caso omiso de Rafa cuando intentó por todos los medios que les abandonara "eso es lo que te gustaría, pero me vais a tener pegados a vosotros hasta que terminen los 21" pensé, por lo que me mantuve ligeramente por delante de ellos pero vigilandoles por el rabillo del ojo tal como había aprendido a hacer en el curso de espionaje que hice en
CEAC.
En seguida comprendieron que no se iban a librar de mí tan facilmente por lo que volvieron a reanudar el trote y así los 3 juntos llegamos al final de los 21 kilómetros, que ¡era el mismo sitio desde el que habiamos empezado dos horas antes!. Estaba claro que habia frustrado la operación pues ¿qué sentido tiene correr 21 kilómetros para al final llegar al mismo punto de partida?.
Poco antes de terminar Dani me dio la mano en un gesto de reconocimiento aunque también de desafío, como diciendo, "tío, esta vez te has salido con la tuya, pero para la próxima no lo vas a tener tan fácil".
Al acabar, Dani y Rafa se fundieron en un abrazo en presencia de Ana y de los otros dos miembros de "la familia", liberando así la tensión de esas dos horas en las que sus esfuerzos por completar su trabajo se vieron truncados por mi siempre molesta presencia.
Por mi parte yo también me abracé a mis niños y mi pareja que habían ido a recibirme una vez comprobaron que había pasado el peligro.
Tras dar mi informe a Quique me despedí de Dani y compañía, no sin antes retarnos con la mirada para otra ocasión, sin duda ellos confiarán que para la próxima sí conseguirán entregar la mercancía, el mensaje o lo que tuvieran que hacer, sin embargo no lo tendrán nada fácil pues allí estaré yo vigilándoles y evitando sus oscuros tejemanejes.