Y las rodillas hicieron crash (Nueva web)

martes, 29 de septiembre de 2009

La culpa es de Pedro

Sí, no me gusta nada acusar con el dedo pero creo que ya estoy seguro de quién es el responsable de que no termine de marchar bien y se me atragante cada metro que corro.

La verdad es que me sabe mal, muy mal, porque es un gran amigo desde hace más de 20 años, pero creo que su presencia se está convirtiendo en una pesada carga. Cada vez que corro en su compañía no termino de coger el ritmo deseado, siempre voy más lento, y aunque a veces consigo aumentar algo a medida que pasan los kilómetros no llego a aproximarme al ritmo que me he marcado en mi cabeza.

Yo creo que el problema es que nos pasamos todo el tiempo discutiendo supongo que motivado principalmente por mi incapacidad para entenderle, pero es que habla de unas cosas muy raras, y encima tiene la manía de hacerlo en inglés, cuando sabe perfectamente que no le entiendo.

El caso es que de vez en cuando reconozco algunas palabras sueltas, como cuando me dice que esto es muy monótono y aburrido (Humdrum), y digo yo si le aburre correr que no venga, que yo no le obligo, o cuando me habla de las maravillas del ritmo del calor (Rhythm of the heat) mientras voy chorreando de sudor, pues como no se refiera al ritmo con el que caen las gotas, o cuando le da una neura y me dice que soy un intruso (Intruder), y la verdad es que sí que no soy Bekele, pero tampoco es para denominar intrusismo a lo que hago yo, o el otro día que va y me dice que no hay nubes que está despejado (Cloudless) y miro para arriba y lo veo todo cubierto de nubes, ¿pero tío qué te has fumao? que de lo nublado que está parece de noche, o cuando le da por ir diciendo que va nadando (I go swimming), joer como no nade por el riachuelo de sudor que voy dejando a mis espaldas, y luego encima va y me dice que sufre (I grieve), y yo le respondo que pruebe a correr en lugar de ir colgado de mi oído, que eso sí es sufrir, y el para burlarse de mí me llama bizco, bueno el dice Biko pero es que no pronuncia muy bien la z y yo le respondo que sí, bizco pero de rodillas, pero lo peor fue el otro día que me soltó a bocajarro que llegaba el diluvio (Here come the flood) y yo me puse a correr como un loco para evitar mojarme hasta que me dí cuenta que esa vez sí estaba el cielo sin nubes, y entonces empezó a susurrarme lo de hogar dulce hogar (Home sweet home) así que no tuve más remedio que pararme y volverme a mi casa, porque yo como Felipe II no envié mis naves a luchar contra los elementos y Peter ha resultado ser un "buen elemento".

El próximo día llamaré a Robe o tal vez a Rosendo o a Angus que siempre viene con su amigo Brian, al fin y al cabo ellos no me plantean muchos problemas metafísicos, lo único que suelen hacer es chillarme un poco al oído pero ya estoy acostumbrado y eso hace que acabe corriendo más deprisa, lo que no se es como se lo tomará Peter, espero que no le moleste demasiado porque no me gustaría que se rompiera una amistad de tanto tiempo, por si acaso creo que un día de estos le iré a visitar en la colina de Solsbury (Solsbury Hill) y le diré ven a hablar conmigo (Come talk to me) que no recuerdo (I don't remember) como llegamos a esto, vuelve conmigo a nuestro mundo secreto (Secret world) de trotecillos y susurros.

viernes, 18 de septiembre de 2009

Missing

No tengo mucho tiempo, y lo que es peor no se si tendré algo de tiempo en el futuro, pero mientras pueda intentaré plasmar aquí los hechos que he vivido durante estos últimos meses, con la esperanza de que sirva de aviso a otros incautos y no caigan en las garras de la O.R.A.

Cuando a mediados de Junio, finalicé con éxito la empresa que me habían encomendado, decidí darme un respiro tomando lo que yo pensaba era un merecido descanso.

Revisando unos folletos que alguien amablemente había introducido por debajo de mi puerta me enteré de la existencia de una comunidad que proporcionaba paz y descanso a gente que estaba en mi misma situación, se trataba de la Orden de los Runnercanos Arrepentidos.

Intrigado, contacté con ellos, pensando que podrían serme de gran utilidad para lograr mi objetivo de mantenerme retirado de los "negocios" durante una parte del verano, y de esa manera acabé en su residencia con la idea de pasar unas tranquilas semanas.

Según pasaban los días notaba que el deseo por correr iba desapareciendo paulatinamente, y que las consignas que recibía por parte de los frailes iban a ser muy beneficiosas para mí; si seguía con ellos no solo me resultaría sencillo no correr durante el verano si no que podría llegar a perder para siempre el deseo de correr.

Empecé a tener alergia a las camisetas técnicas, los dorsales no los podía ni ver, y los pulsómetros me provocaban sarpullidos por todo el cuerpo. Pero yo era feliz, una estúpida sonrisa se había instalado permanentemente en mi rostro.

En cierta ocasión que me permitieron salir a la playa me puse a correr de un extremo a otro sin ningún objetivo, por lo que al volver a la residencia se dieron cuenta que no estaba completamente recuperado de mi mal.

Sin embargo a medida que pasaban los días empecé a ver algunas cosas que me hacían dudar que aquel lugar era el remanso de paz que había imaginado, como aquella vez en que una noche despertamos con el ruido ensordecedor de unas sirenas, mientras se oían por los pasillos los pasos apresurados de los hermanos.
  • ¡Rápido, han ido hacia el ala sur! .- se oía murmurar tras la puerta de la habitación
  • En esa zona está Fray Cansino, se le van a escapar seguro .- respondió una segunda voz alejándose.
  • ¿Son otra vez AA y MF? .- preguntó una tercera voz que parecía correr tras los dos primeros.
  • Esta vez también se les ha unido CM .- respondió la segunda voz cada vez más lejos.

Abrí la puerta y me dirigí silenciosamente hacia el ala sur. Cuando llegué casi me dí de bruces con varios frailes que escoltaban a los 3 que se habían escapado. Solo pude ver la cabeza de uno de ellos, completamente desprovista de pelo, y por los comentarios de los frailes, debía ser el que llamaban CM. Por debajo de las sotanas de los runnercanos se podían ver 3 pares de zapatillas de running que iban tropezandose unas con otras debido sin duda a los empujones que los frailes les iban dando.

Los siguientes días pude enterarme que los tres prófugos eran unos personajes completamente enganchados a la práctica del atletismo de fondo, tras muchos intentos de rehabilitación los habían declarado casos perdidos y procuraban tenerlos encerrados y apartados del resto para no contaminar a nadie, aunque por lo que se pudo comprobar no siempre lo conseguían.

De alguna forma empecé a cuestionar sus métodos, aunque por seguridad me cuidaba mucho de hacer públicas estas reticencias. Al cabo de varias semanas los convencí de que estaba plenamente curado y me permitieron salir organizandome una fiesta en la que todos juntos nos regocijamos con la quema de unas zapatillas Asics y unas mallas cortas del Decathlon.

Sin embargo pude comprobar rapidamente que iban a mantener vigilancia sobre mí para evitar "recaídas".

Al poco de volver a mi casa me presenté en el Hospital donde otro miembro de la Orden, aunque este no llevaba sotana sino la bata blanca de un médico me estuvo mirando y me "condenó" a 2 semanas más de castigo, él utilizó los eufemismos de rehabilitación y de fisioterapia pero yo sabía que se trataba de miembros del gremio de torturadores afectos a la Orden.

Al lunes siguiente comencé esas sesiones de terapia y durante dos largas semanas tuve que aguantar toda clase de vejaciones, como obligarme a pedalear sobre una bicicleta sin ruedas, hacerme levantar las piernas cargadas con pesos, balancearme sobre una tabla en el borde de un precipicio invisible con el convencimiento que en su fondo me aguardaban cocodrilos hambrientos y lo peor de todo las sesiones en las que me conectaban a un aparato y tenía que sufrir continuas descargas eléctricas.

Yo para entonces ya estaba convencido que su intención era no solo apartarme de la actividad de correr, si no también delatar a todos aquellos que como yo estaban contaminados con ese virus, sin embargo aguanté la tortura sin decir absolutamente nada.

Durante todo este tiempo no salí a correr por miedo a que me pudieran pillar, únicamente en el periodo que iba desde que salí del monasterio hasta que comencé la rehabilitación salí un par de días, pero el calor de agosto y algunos sospechosos que me parecía que me vigilaban me hicieron desistir de volver a intentarlo.

El 29 de agosto cuando ya era libre de los torturadores, o eso pensaba yo, lo celebré recorriendo 8 km a un ritmo de 6 min/km y fue entonces cuando entendí las sonrisas de los supuestos fisioterapeutas al despedirme, sin duda me habían introducido algún veneno que me impediría correr, seguro que pensaban que así se me quitarían las ganas pero también fracasaron en esto pues yo sabía que con el tiempo acabaría por expulsar ese veneno.

Aún así estoy convencido que todavía me tienen bajo vigilancia pues en ocasiones me he cruzado con algún personaje que parecía mirarme con disimulo por lo que tendré que seguir atento para evitar que vuelvan a capturarme.