Y las rodillas hicieron crash (Nueva web)

viernes, 18 de septiembre de 2009

Missing

No tengo mucho tiempo, y lo que es peor no se si tendré algo de tiempo en el futuro, pero mientras pueda intentaré plasmar aquí los hechos que he vivido durante estos últimos meses, con la esperanza de que sirva de aviso a otros incautos y no caigan en las garras de la O.R.A.

Cuando a mediados de Junio, finalicé con éxito la empresa que me habían encomendado, decidí darme un respiro tomando lo que yo pensaba era un merecido descanso.

Revisando unos folletos que alguien amablemente había introducido por debajo de mi puerta me enteré de la existencia de una comunidad que proporcionaba paz y descanso a gente que estaba en mi misma situación, se trataba de la Orden de los Runnercanos Arrepentidos.

Intrigado, contacté con ellos, pensando que podrían serme de gran utilidad para lograr mi objetivo de mantenerme retirado de los "negocios" durante una parte del verano, y de esa manera acabé en su residencia con la idea de pasar unas tranquilas semanas.

Según pasaban los días notaba que el deseo por correr iba desapareciendo paulatinamente, y que las consignas que recibía por parte de los frailes iban a ser muy beneficiosas para mí; si seguía con ellos no solo me resultaría sencillo no correr durante el verano si no que podría llegar a perder para siempre el deseo de correr.

Empecé a tener alergia a las camisetas técnicas, los dorsales no los podía ni ver, y los pulsómetros me provocaban sarpullidos por todo el cuerpo. Pero yo era feliz, una estúpida sonrisa se había instalado permanentemente en mi rostro.

En cierta ocasión que me permitieron salir a la playa me puse a correr de un extremo a otro sin ningún objetivo, por lo que al volver a la residencia se dieron cuenta que no estaba completamente recuperado de mi mal.

Sin embargo a medida que pasaban los días empecé a ver algunas cosas que me hacían dudar que aquel lugar era el remanso de paz que había imaginado, como aquella vez en que una noche despertamos con el ruido ensordecedor de unas sirenas, mientras se oían por los pasillos los pasos apresurados de los hermanos.
  • ¡Rápido, han ido hacia el ala sur! .- se oía murmurar tras la puerta de la habitación
  • En esa zona está Fray Cansino, se le van a escapar seguro .- respondió una segunda voz alejándose.
  • ¿Son otra vez AA y MF? .- preguntó una tercera voz que parecía correr tras los dos primeros.
  • Esta vez también se les ha unido CM .- respondió la segunda voz cada vez más lejos.

Abrí la puerta y me dirigí silenciosamente hacia el ala sur. Cuando llegué casi me dí de bruces con varios frailes que escoltaban a los 3 que se habían escapado. Solo pude ver la cabeza de uno de ellos, completamente desprovista de pelo, y por los comentarios de los frailes, debía ser el que llamaban CM. Por debajo de las sotanas de los runnercanos se podían ver 3 pares de zapatillas de running que iban tropezandose unas con otras debido sin duda a los empujones que los frailes les iban dando.

Los siguientes días pude enterarme que los tres prófugos eran unos personajes completamente enganchados a la práctica del atletismo de fondo, tras muchos intentos de rehabilitación los habían declarado casos perdidos y procuraban tenerlos encerrados y apartados del resto para no contaminar a nadie, aunque por lo que se pudo comprobar no siempre lo conseguían.

De alguna forma empecé a cuestionar sus métodos, aunque por seguridad me cuidaba mucho de hacer públicas estas reticencias. Al cabo de varias semanas los convencí de que estaba plenamente curado y me permitieron salir organizandome una fiesta en la que todos juntos nos regocijamos con la quema de unas zapatillas Asics y unas mallas cortas del Decathlon.

Sin embargo pude comprobar rapidamente que iban a mantener vigilancia sobre mí para evitar "recaídas".

Al poco de volver a mi casa me presenté en el Hospital donde otro miembro de la Orden, aunque este no llevaba sotana sino la bata blanca de un médico me estuvo mirando y me "condenó" a 2 semanas más de castigo, él utilizó los eufemismos de rehabilitación y de fisioterapia pero yo sabía que se trataba de miembros del gremio de torturadores afectos a la Orden.

Al lunes siguiente comencé esas sesiones de terapia y durante dos largas semanas tuve que aguantar toda clase de vejaciones, como obligarme a pedalear sobre una bicicleta sin ruedas, hacerme levantar las piernas cargadas con pesos, balancearme sobre una tabla en el borde de un precipicio invisible con el convencimiento que en su fondo me aguardaban cocodrilos hambrientos y lo peor de todo las sesiones en las que me conectaban a un aparato y tenía que sufrir continuas descargas eléctricas.

Yo para entonces ya estaba convencido que su intención era no solo apartarme de la actividad de correr, si no también delatar a todos aquellos que como yo estaban contaminados con ese virus, sin embargo aguanté la tortura sin decir absolutamente nada.

Durante todo este tiempo no salí a correr por miedo a que me pudieran pillar, únicamente en el periodo que iba desde que salí del monasterio hasta que comencé la rehabilitación salí un par de días, pero el calor de agosto y algunos sospechosos que me parecía que me vigilaban me hicieron desistir de volver a intentarlo.

El 29 de agosto cuando ya era libre de los torturadores, o eso pensaba yo, lo celebré recorriendo 8 km a un ritmo de 6 min/km y fue entonces cuando entendí las sonrisas de los supuestos fisioterapeutas al despedirme, sin duda me habían introducido algún veneno que me impediría correr, seguro que pensaban que así se me quitarían las ganas pero también fracasaron en esto pues yo sabía que con el tiempo acabaría por expulsar ese veneno.

Aún así estoy convencido que todavía me tienen bajo vigilancia pues en ocasiones me he cruzado con algún personaje que parecía mirarme con disimulo por lo que tendré que seguir atento para evitar que vuelvan a capturarme.

6 comentarios:

  1. La ostia... :) jajaja, como siempre al menos no has dejado tu genialidad de vacaciones. Requetebienvenido amigo mío. Espero ver muuuuchos de éstos relatos de aquí en adelante.

    Y no me enrollo más, porque te daré un toque para saber de tí en breve. Cuídate muchísimo esas lesiones y muchos ánimos, que estoy deseando verte correr de nuevo.

    Un abrazo enorme JLuis!

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  2. Muy bueno, tienes talento, una fina ironía. Saludos. Te sigo leyendo.

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  3. El que runnea una vez, ya runnea para siempre,,, tarde o temprano vuelven a coger las zapatillas y pantalón corto,,, y a corrrreeerr,,,
    Bueno, cuidate esas lesiones y sigue animandonos con tus relatos,,, un saludo

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  4. Muy buen relato. Recupérate pronto.

    Bessets.

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  5. Que gran imaginación, cuídate y vete recuperando poco a poco

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  6. Dani.- Muchas gracias por esa requetebienvenida. Lo de ver muchos engendros como este será complicado porque mi solitaria neurona necesita aún más descanso que mis rodillas, aunque entre alguna crónica anodina es posible que caiga alguna otra chorrada de estas. Por cierto ya hablaremos porque es posible que nos veamos en tres semanas.

    Manuel.- No te equivoques, de ironía nada y mucho menos fina, en mis momentos más lúcidos a lo máximo que llego es a un burdo sarcasmo. De todas formas muchas gracias por tus palabras.

    Rosa.- Muchas gracias por esos ánimos. Yo de momento he vuelto a coger las zapatillas y las mallas, pero de ahí a denominar correr a lo que hago va mucho trecho :)

    Rakala.- Muchas gracias. En eso estamos aunque ya me ha dicho el psiquiatra que lo mío no tiene arreglo ;)

    Halfon.- De imaginación nada, es todo real, ellos están ahí, detrás de cada árbol, o seto, disfrazados de cualquier cosa, de perro, de tapa de alcantarilla, de semáforo, lo que sea con tal de poder vigilarme. Es más ya se por qué corro... porque ellos me persiguen.

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